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domingo, 7 de febrero de 2010

La niña que vivio

La siguiente historia es una historia de mi pasado, todo empezó un día 2 de febrero de 1991, ¿Qué tiene esto que ver conmigo si nací hasta 1992?, pues siéntate y calla mientras cuento la historia y lo averiguaras; bueno ¿donde me quede antes que me interrumpieras? A si, decía que todo empezó en 1991 en un hospital privado de la ciudad de México con el nacimiento de una niña muy especial, ¿quieres saber su nombre?, no es importante en nuestra historia así que proseguiré y tratare de ya no hacer caso a tus preguntas; esta niña era como cualquier otra, nada la distinguía, hasta que un día de julio, 11 para ser preciso, el cielo se pinto de negro igual que el panorama de los padres a partir de ese momento, ese día la nena tuvo que ser llevada de urgencia al hospital pues le había dado una tremenda fiebre, mientras todos veían al cielo los padres estaban en un consultorio esperando que la doctora terminara de aplicarle una inyección a su hija, lo que no sabían es que esa inyección seria el inicio de una terrible espera, que traería consigo una nueva forma de ver la vida; la inyección estaba caduca, y la niña lógicamente no mejoro, al contrario empeoro hasta el punto que entro en coma, los padres estaban devastados, y fue aun peor cuando llego un doctor y les dijo serenamente “su hija no sobrevive esta semana”, tras esta noticia el abuelo de la pequeña niña fue a visitarla, a los ojos de su hijo(el padre de la niña) el abuelo le tomo la mano a su nieta y miro el reloj de su otra mano, después de un minuto el señor volteo a ver a su hijo y con mucha seguridad le dice “esta niña no se muere”, el padre de la niña quería creer estas palabras, pero era la palabra de un doctor que dedico mucho tiempo y sabia a ciencia cierta el futuro de su hija, contra la palabra de un ranchero de Jalisco que no termino la primaria; ¿tu a quien le hubieras creído mas?, bueno, pues el ranchero anoto su primer punto contra la ciencia cuando la semana llego a su fin, la niña aun estaba en terapia intensiva, los padres dormían, comían, bueno iba a decir que Vivian pero ¿tu crees que esto es vida?, los padres sobrevivían en el hospital, esperando que en cualquier momento llegara un tipo de bata blanca a decirles que el sufrimiento de su hija había terminado y ella se encontraba en un mejor lugar, pero otra semana paso, y luego otra, hasta que las semanas se convirtieron en meses, mientras el padre iba por comida fuera del hospital, la madre se la pasaba hincada en la capilla rezando a un santo que hasta entonces no conocían pero era su única esperanza de ver a su hija crecer como lo tenían planeado, ese que llaman San Judas Tadeo, y cuando la mujer no estaba en la capilla rezando, imploraba con un rosario mientras estaba junto al lecho de su hija abrazándola y pidiendo por un día mas de vida para ella, y parecía que tenia muy buenos contactos arriba porque después de casi medio año de estar en coma la nena estaba ya en mediados de diciembre aun luchando por vivir la vida, y con este obscuro panorama llego la navidad del 91, el esposo salio para dar el abrazo de año nuevo a sus hermanos, hermanas y a su propio padre, y también aprovechar para llevarle algo de la cena navideña a su esposa, la esposa estaba recostada justo a su hija después de quedarse dormida llorando junto a ella, en la cena navideña suena el teléfono y contesta el anfitrión, la llamada es del hospital para el padre de la niña, en la reunión la música de fondo es “vuela vuela” de magneto, el padre dejo caer el teléfono, subió corriendo a su coche y lo arranco a una velocidad tremenda, en la reunión todos pensaron lo peor, antes de eso en el hospital donde la mujer estaba recostada junto a su hija, se empezó a escuchar un pequeño golpeteo, un golpeteo muy leve y prácticamente inaudible, pero logro despertar a la mujer y esta al alzar su mirada observo un pequeño dedo moviéndose de arriba abajo, la mujer se levanto y empezó a llamar a los doctores, estos no daban crédito a lo que veían pues era algo imposible, la niña estaba dejando el coma y la mujer llamo a su marido, la nena siguió mejorando hasta que en febrero fue dada de alta, la emoción fue tan grande que los padres se entregaron uno a el otro, semanas mas tarde los padres recibieron dos noticias, la mala fue que su hija había perdido parte de su cerebro, la buena fue que la mujer estaba nuevamente embarazada.
Cuando el calendario ya marcaba el 12 de septiembre de 1992, la mujer dio a luz a ese que hoy día les esta contando la historia, ¿ahora entiendes que tiene que ver conmigo esta historia?, seguro te preguntas que paso con la niña, creció y hasta la fecha le da una felicidad muy grande a todo aquel que tiene contacto con ella, por eso es que ella es “la niña que vivió”

1 comentario:

  1. No sé cómo llegué a su blog pero me encontré con esta historia que me pareció muy emotiva. ¿Qué nos une a nuestros hermanos, a nuestros padres? No por nacer donde uno nace ya pertenece, creo que la vida entreteje los lazos que unen a una familia.
    Hace seis años yo conocí a la mía. Le contaré:
    Mi hermano, seis años mayor que yo, fue diagnosticado con insuficiencia renal. Cosa rara en un joven deportista, que jamás ha bebido alcohol y que procuraba alimentarse muy bien. Pero la vida se enchueca donde quiere. Él nunca supo que aquellos zumbidos de oído, que esos mareos que lo hacían desvanecerse no eran de cansancio o por no haber dormido bien, era por tener una presión arterial alta. Sus riñones murieron y con ellos se iban todos sus sueños. Muchas veces fui a visitarlo al hospital pero hubo una que recuerdo perfectamente. Por la intoxicación que sufría era difícil que pudiera reconocernos. Una noche cuando me quedé ahí, al lado de su cama, tomándole la mano como queriéndole transmitir mi fuerza, despertó y me miró. Me dijo que me amaba, que recordaba perfectamente que yo era su niña, que cuando yo era pequeña me cargaba y le encantaba cómo sonreía.
    Ese momento fue suficiente para creer que yo podría hacer algo más por él que solo tomarlo de la mano.
    Firmé los documentos y me propuse como candidata para donarle uno de mis riñones. Me sometí al protocolo, fuimos 100% compatibles. Me hicieron muchos estudios, algunos muy dolorosos, y cada vez que estaba ahí, en una cama, con un poco de dolor, recordaba lo que me había dicho.
    Alenté a los doctores para que nos operaran lo antes posible. Personalmente hice todos los trámites para el trasplante. La cirugía fue lo más doloroso que he sentido en mi vida. Tarde casi seis meses en poderme levantar de mi cama. Pero aún recuerdo lo que escuché cuando desperté de la cirugía: "Tu hermano está feliz, sonríe como nadie, el riñón funcionó perfecto, ya está orinando por sí mismo y te manda a decir que te ama y te agradece que hayas compartido con él tu sonrisa".
    ¿Sabes? Han pasado los años, él pudo ver crecer a sus hijos, ya hasta tiene un nieto y sonríe mucho. Yo sigo sonriendo, ahora más que nunca porque sé que tengo un hermano a quien puedo llamarla HERMANO con todas sus letras, no porque nacimos en la misma familia, sino porque compartimos la vida.
    Gracias doctor por inspirarme. Gracias por contar tu historia.

    Volveré por más historias.

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